Aquel mono no solo poseía una inteligencia superior al resto de primates, sino que caminaba tan erguido como una persona. Por si fuera poco, su rostro resultaba especialmente 'humano': tenía menos pelo en la cabeza, un hocico menos prominente y un cráneo más pequeño y redondo.
Sobre Oliver se dijo que tenía un olor inusual, que disfrutaba más de la presencia de los humanos que de la de los otros monos y que se sentía atraído sexualmente por las humanas. Después de años de investigaciones, los científicos nunca lograron determinar con exactitud su verdadera naturaleza. Los análisis les llevaron a la conclusión de que Oliver era un chimpancé, y no un híbrido, pero nunca descartaron la hipótesis de que se tratara de un simio mutante.
FUENTE: Fogonazos
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