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«¡Ojalá me hubiera enrollado con JK Rowling cuando la conocí en Barcelona!»

sábado, 23 de febrero de 2008 en 2/23/2008 06:06:00 a. m.
Barcelona, hace una década. Jordi Sierra i Fabra -prolífico autor de literatura infantil, y uno de los más respetados dentro del panorama español- recibe una llamada de una escritora amiga suya. Le anuncia la llegada a la ciudad de los prodigios de una «chica inglesa» que va a presentar un libro. «Como no es conocida, y no habrá nadie, había pensado en ti para que nos acompañaras», le convenció su amiga. «Si no recuerdo mal el acto se iba a desarrollar, creo, en el Instituto Británico de Barcelona, muy cerca de mi casa». De modo que Sierra i Fabra regateó la timidez y, ante la proximidad del «lugar tan raro», pensó, donde Joanne Kathleen Rowling pondría de largo a su criatura, decidió acudir, en el atardecer de la primavera condal, al acontecimiento. «Voy a ir contigo porque me lo pides», confirmó el escritor.

«Éramos doce gatos»

Cuando llegó al salón donde Harry Potter «descubriría» su primera piedra filosofal «había doce personas -recuerda Sierra i Fabra-. De repente entró una chica rubia, se sentó, nos dijo que se llamaba JK Rowling, y empezó a contarnos su historia: que era una mujer pobre, que empezó a escribir sus libros en un café...».

Una historia que arranca en Gloucestershire un 31 de julio, como la de Harry Potter otro 31 de julio. En 1990, durante un viaje de Manchester a Londres, el tren quedó parado cuatro horas, y en la espera dentro del vagón JK Rowling pergeñó en su mente a Potter, y el plan de la saga del joven mago: desde su entrada en el colegio Hogwarts, con 11 años, hasta su salida, con 17. En 1994, la situación económica de JK es muy precaria. Es cuando escribe «Harry Potter y la piedra filosofal» en los veladores de los cafés, mientras su hija dormía en el cochecito. Las editoriales rechazaron el manuscrito por considerarlo largo (320 páginas), pero Bloomsbury dijo sí.

Sierra i Fabra -que ha escrito más de 300 libros, desde sencillos cuentos para edades más tempranas, a relatos de ciencia-ficción, pasando por historias para adolescentes y novelas serias- escuchaba atentamente a Rowling, que presentaba su «Harry Potter y la piedra filosofal» como «un libro de fantasía». Al final del acto se acercó a la mesa presidencial, saludó a la joven rubia inglesa con dos besos, fue correspondido, y se llevó el libro a casa. «Lo leí, y me gustó. Pero, de repente, pensé: ¡cómo va a triunfar en España si está en inglés!, es decir, que hablaba de un mundo anglosajón distinto al hispano. Y ahora me lamento: ¡Ojalá me hubiera enrollado con JK cuando vino esa tarde a Barcelona a presentar su primer Harry Potter! ¿Por qué no? Era madre soltera y liberal, y entonces me habría podido ayudar con mi Fundación, para hacer hospitales... Fíjese en la situación de hace una década: Rowling, una autora desconocidad, y uno haciendo bulto para escucharla. Y ¡cómo ha cambiado todo en 10 años!».

Sierra i Fabra devoró los dos primeros Harry Potter, y vio las primeras películas, pero extrae una lectura: «Soy más cinéfilo, y me encantan que sagas como la de Harry Potter rompan el tabú de que un libro gordo es un libro antiniños. ¡Para nada! Yo he escrito obras voluminosas, y mis editores me advertían: «No, no, eso no lo van a leer los niños». Y sí, sí esos y otros libros bastante gordos los devoran los chavales. Sin embargo, la literatura es algo serio, y no me veo yo con personajes o bichejos saliendo de mis libros. El fenómeno Harry Potter trasciende lo literario hoy en día, yo creo».

FUENTE: ABC
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