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Festimad se tambalea

viernes, 6 de junio de 2008 en 6/06/2008 07:50:00 p. m.
Fue el peor momento de su vida. La tarde del 29 de mayo de 2005 Álvaro Ruiz, de 49 años, uno de los tres directores de Festimad, se puso frente a 45.000 personas y, esquivando las piedras, dio explicaciones de por qué el festival llevaba cinco horas parado. Un golpe de viento acababa de romper una parte del escenario pero el público enfurecido -que había pasado dos días tragando polvo por el mal estado de las instalaciones- no atendía a razones. El resultado: varios coches quemados, las barras arrasadas y una víctima, el propio festival, que, tras varios años a la cabeza de este tipo de celebraciones, no volvería a levantar cabeza.

"Casi no salí del cuarto de baño. Allí arriba estaba muerto de miedo. Y no podíamos hacer nada", explicaba ayer Ruíz a una hora de la rueda de prensa de presentación de Festimad Sur 2008, que hoy comienza en la cubierta de Leganés.

Ya nada es lo mismo. La competencia del Festival Electric Weekend en Getafe, celebrado la semana pasada, ha situado al Festimad en la cuerda floja. "Eso no es una guerra de festivales. Es una invasión. El pisarnos los carteles ha hecho que los cachés de los grupos se doblen innecesariamente", argumenta Ruíz "Desde 2005 vivimos en la trinchera. Quizá este sea el momento de replanteárselo todo".

Festimad nació a principios de los noventa. Entonces se celebraba un mercadillo los domingos por la mañana en la sala Revólver (en la calle Galileo), regentada por el propio Álvaro Ruiz y su socio Santiago Camuñas.

"Era un momento de efervescencia en Madrid", recuerda el primero. "Nacían sellos independientes y la música alternativa estaba en su máximo apogeo". En aquella serie de conciertos y encuentros (cine, poesía) actuó Radiohead a las ¡doce de la mañana! Una auténtica gozada.

En 1996 nació oficialmente Festimad, que pasó a celebrarse en el parque de El Soto de Móstoles, donde a lo largo de 10 años se han vivido muchos grandes momentos. Como la actuación de Rage Against de Machine en lo más alto de su carrera (un día antes actuaron en la sala Revólver, donde recaudaron dinero para el ejército zapatista) o de grupos como Marilyn Manson, Pixies o Smashing Pumpkins.

Unos años que han dado miles de anécdotas: como cuando los incontrolables Cypress Hill se perdieron entre el público fumando hierba o cuando Suede se negó a actuar porque en el cartel el nombre de Extremoduro era tres milímetros más grande que el del grupo de Brett Anderson (corre la leyenda de que los británicos lo midieron con una regla).

Desde los incidentes del 2005, el público y la oferta del festival ha descendido (en 2006 sólo 8.000 personas acudieron al evento) y el futuro no es alentador. "Quizá la solución sea volver a empezar", concluye Álvaro Ruiz. "Y volver a lo pequeño para crecer otra vez", plantea. "Quizá con otro proyecto. Otra ilusión, otro nombre... pero el mismo espíritu".

FUENTE: ElPais
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