P.– Me han dado su número de móvil para entrevistarle. Recuerdo haberle escuchado decir que vivía sin reloj, sin teléfono...
R.– Sigo viviendo sin teléfono pero cuando llega la promoción me dan uno en la oficina. Lo cojo con pinzas, lo tengo los días de las entrevistas y cuando acaban les devuelvo esta máquina del demonio. Hasta hace poco funcionaba con las monedas en las cabinas telefónicas de los bares de carretera. Fuera de la gira, no tengo interés. Y sigo sin reloj. Son manías de cada uno.
P.– Entonces, tampoco podríamos haber hecho esta entrevista por correo electrónico.
R.– No, yo soy muy cafre y pienso que, como decía Quimi [Portet], hemos hecho muy mal en bajar de los árboles. Hemos avanzado demasiado, muy deprisa y sin lógica. Para mí es bonito, animal y muy lógico vivir rodeado de personas que no sabían su edad, con un trillo y una horca colgados de la pared. Así vivía mi abuelo, sin la esclavitud del vasallaje burocrático. Todo eso es un coñazo, una falta de libertad absoluta. Me gusta mi pequeña tribu.
P.– ¿La globalización no merece ni un acorde?
R.– Nos hace esclavos y vivir en el miedo. Tanta información y posibilidades de viajar tan lejos en tantas direcciones, me marea. Puede conmigo. Me vuelve loco.
P.– Tal y como está el planeta, ¿cree que hay motivos para la esperanza?
R.– Claro que sí, si no nos cortamos las venas. La esperanza está en la ciudadanía. Quiero pensar que llegará una estrategia antes del momento límite, casi peligroso. Un movimiento grande que haga que los mandatarios tomen medidas serias. Y si ellos no lo hacen, hagámoslo nosotros. La evidencia científica plantea una situación chunga a medio plazo. Hace falta sentido común. Si no, me voy a una montaña de eremita o me hago el haraquiri. Creo que habría que empezar por la educación. La cultura desde la infancia. Me inquieta que a los niños se les enseñe a funcionar con ordenadores y no se les pueda mostrar un mundo natural, además de una industria que fabrica miles de objetos inútiles.
P.– Además de ser un gran híper de música, ¿tenía Rock in Rio un mensaje ecológico?
R.– Tengo mis dudas. Participé dejándome llevar por ese mensaje y porque me enteré de que tocaba Neil Young y pedí actuar el mismo día. El montaje era excelente. Me lo pasé bien. Si hay que poner un pero, sería la parte de parque temático. Como aficionado, preferiría ir a un festival de rock, a ver música, no a montarme en una tirolina.
P.– Dentro del espectáculo, ¿pudo ver a Amy Winehouse brindando en el escenario?
R.– Ella es una gran intérprete, con una gran capacidad y una voz lindísima, pero se ha hecho de su situación personal un circo. A ese río revuelto, se han arrimado unos pescadores que están ganando con sus desgracias. Habría que darles un garrotazo a los que rodean su carrera. Personalmente, no me interesa eso. No pretendo ser un tío que da la nota, sino uno que hace pop, rock, toca y se va a su casa.
P.– Si el anterior disco era verde amazónico, ¿de qué color está pintado éste?
R.– De verde esperanza, esmeralda y más azulado.
P.– Parte del trabajo está grabado en Grecia, ¿qué le ha enseñado esa parte del Mediterráneo?
R.– Me ha aportado la calma perfecta para canciones con una sonoridad más sosegada junto a pueblos autogestionados. Para mí hacer un disco es una aventura. Mi viaje en la vida es la música.
P.– Mirando diez años atrás, ¿cuánto más cuesta llenar hoy una plaza de toros?
R.– Si tu obra tiene una calidad, mantienes la dignidad y al público. Si cada disco es una castaña, vas perdiendo parroquia. Intento ser razonable y encontrar a la gente con ganas cuando tengo algo que decirle. Hay factores externos como la subida de precios que provoca que la gente esté quemada, sin dinero y priorizando comer y pagar la hipoteca. Lo entiendo.
P.– Enciende un día el televisor que está anunciando: 'Envíe Lluvia al 555..', ¿cómo se queda?
R.– ¿Eso lo has visto tú?
P.– Es sólo una suposición.
R.–Vale, pues llamo al abogado de la empresa para que retiren el anuncio. No me interesa este tema. Es alucinante cómo alguien decide que va a usar tu canción para ganar dinero olvidando que tienes unos derechos morales e intelectuales. No quiero ningún dinero por explotar mis temas en esa dirección. Sólo lo quiero por vender un disco grabado con mis arreglos y producción o por los directos con mi banda. No quiero espónsores ni pasta de una marca comercial para acabar convertido en hombre-anuncio. No ataco a los compañeros que lo hacen. No los juzgo, pero mi dignidad y mi orgullo de músico me impiden salirme de mi guión ni un milímetro. Jamás voy a permitir que haya un politono con una canción mía. Quiero que el público adore o deteste mi canción, no lo que hacen con ella.
P.– Hemos llegado al final y no le he preguntado por El Último de la Fila.
R.– Me parece perfecto, pero que no parezca que yo detesto El Último de la Fila. Éramos dos, pero el grupo ya no existe.
FUENTE: ElMundo
yo estoy contigo , manolo pero tambien quiero decirte que yo me vage una cancion tuya que salio en publicidad en tv
perdona pero esque me gusta tanto tus canciones y como las cantas que yo pague mas de tres euros por tenerla , perdona y te podias querellar con los anucios de t,v
un saludo , sixto renedo