Cuando Bertelsmann anunció esta semana que vendería su participación del 50% de Sony BMG al grupo japonés de electrónica por 900 millones de dólares, dejó muchas dudas en el aire sobre el futuro de la segunda mayor discográfica del mundo, con una cuota de mercado del 25%. Al final, todo consiste en explicar por qué el coloso alemán de la comunicación ha decidido abandonar el negocio de la música, uno de los pilares de su renacimiento tras la Segunda Guerra Mundial, y a qué se debe que Sony haya mostrado interés en comprar su parte de la disquera de Bruce Springsteen, Beyoncé o Justin Timberlake y seguir luchando por un mercado al que muchos dan por moribundo.
Porque el negocio de las discográficas no pasa por su mejor momento. Las descargas a través de internet han minado mucho el modelo tradicional del compact disc que se impuso a mediados de los 80, y las ventas de discos no levantan el vuelo.
Esta, sin duda, es la gran motivación del grupo alemán, que ha decidido salir de la casa ardiendo antes de que se derrumben los cimientos y aprovecharse de que alguien aún estaba dispuesto a pagar un precio razonable por su parte de la compañía. De hecho, se ha asegurado un ratio de 4,7 veces el ebitda obtenido el pasado ejercicio, según datos citados por The Wall Street Journal. No parece mucho, teniendo en cuenta que su objetivo inicial, hace algún tiempo, era obtener cerca de 1.600 millones, pero es más razonable si se tiene en cuenta la situación actual del mercado de la música.
Inminentes recortes
En cuanto a Sony, se trata de una apuesta bastante más arriesgada, pero que podría darles importantes réditos. Lo primero que hará la japonesa una vez que tenga las riendas será tomar todas esas decisiones que son difíciles de llevar a cabo en una sociedad conjunta, especialmente las que tienen que ver con despidos y recortes de costes. Lo cierto es que Sony BMG padece de un cáncer bastante extendido en el negocio, y es que sigue teniendo un exceso de altos directivos con sueldos astronómicos que no han modificado ni un ápice sus salarios al mismo ritmo en que las ventas de discos se hundían.
Asimismo, al ser una compañía totalmente controlada por Sony, podrá consolidarla en el seno del grupo, con todos los ahorros que eso puede suponer. Esto es especialmente válido a la hora de integrar las actividades en Japón, que Sony no incluyó entre los activos de la sociedad cuando ésta se fundó, hace cuatro años.
Pero si Sony creyese que la música es un negocio condenado, no habría recortes de costes suficientes para rescatar la compañía. Con esta operación, que le deja con un catálogo de estrellas que van desde Alicia Keys o Céline Dion hasta Avril Lavigne o Usher, así como un catálogo de 20 sellos que va desde Epic a RCA, el grupo japonés se pone de parte de quienes creen que el problema de la música ha sido confiar en que el problema de las descargas gratuitas desaparecería en lugar de buscar nuevas formas de ganar dinero.
Y Sony tiene muchas plataformas, derivadas de su actividad de fabricante de electrónica, que podrían ayudarle a volver a hacer crecer el negocio. Por un lado, Sony-Ericsson, que comercializa los productos de la gama Walkman, especializados en música, y que en breve sacará al mercado su propia tienda de canciones a través de internet, PlayNow, cuyo lanzamiento se ha retrasado en múltiples ocasiones. La PlayStation 3, su consola de videojuegos, es otro de los dinamizadores de la industria, gracias al éxito de juegos musicales como las series Guitar Hero, SingStar o Rockband, que también venden canciones en la Red.
FUENTE: Gaceta
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¿Por qué a Bertelsmann ya no le gusta la música y Sony confía en ella?
viernes, 8 de agosto de 2008
en
8/08/2008 05:22:00 a. m.
| Posteado por
pelopo82
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