Charles van Johnson nació el 25 de agosto de 1916 en Newport y su vena artística floreció pronto: desde niño mostró su amor a las tablas y con sólo 18 años se trasladó a Nueva York para trabajar en Broadway, en diversas obras musicales, en las que curtiría su talento y explotaría su faceta de cantante. Debuta en el cine en 1940, sin acreditar, en el musical Too many girls; después de trabajar para la RKO y la Warner, encuentra acomodo en la Metro como secundario. Pocos imaginaban que pronto se convertiría en uno de los emblemas de la productora, en la que alternaría papeles en comedias y dramas bélicos. Tras protagonizar Treinta segundos sobre Tokyo (1944), a las órdenes de Mervyn LeRoy, su talento estalla en el drama Week-end at the Waldorf (1945) y, en especial, en Fuego en la nieve (1949), filme bélico de William A. Wellman.
Desde entonces, Johnson se convertiría en la encarnación perfecta del llamado "americano medio". Y quizá su arrollador carisma eclipsase un tanto sus dotes interpretativas: las de un actor dúctil, sensible y preciso, que trabajó con todas las estrellas de su tiempo. Una lista de sus trabajos sería interminable, pero es obligatorio recordar su personaje de Spike McManus en El estado de la Unión (1948), de Frank Capra, dando réplica a Spencer Tracy y Katharine Hepburn.
Durante los cincuenta, Johnson afianza su figura: sólo en 1954 enlaza filmes de la talla de El motín del Caine, Brigadoon y La última vez que vi París. En los sesenta, como tantos grandes, Johnson hubo de refugiarse en la televisión, en series como El Virginiano, Hombre rico, hombre pobre y El comisario McMillan y su esposa.
Continuó activo hasta finales de la década de los ochenta. Una de sus últimas apariciones en la gran pantalla llegó de la mano de Woody Allen en La rosa púrpura de El Cairo (1985), un homenaje del maestro a un actor en el que vivía el espíritu de un cine hoy desaparecido.
FUENTE: ElPais
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