Es una industria silenciosa, aunque vocifere a punta de orgasmo, un negocio casi clandestino que mueve miles de millones de dólares al año y que rara vez ocupa espacio en los informativos, un circo que campa a sus anchas cada día en el Valle de San Fernando sin que nadie se altere, a la espalda de las mansiones de Beverly Hills y Bel Air. Es una rutina tan asentada que es difícil romperla, aunque la inesperada visita del sida ha alterado la normalidad.
El jueves se supo en Los Ángeles que una de las actrices de la industria del porno dio positivo en una prueba del VIH, lo que ha disparado todas las alarmas en el entorno. Por suerte para ella, sus compañeros de reparto con los que rodó la última oda al séptimo arte no se han contagiado, según la fundación sanitaria que atiende a las estrellas del porno en clínicas de Sherman Oaks y Granada Hills.
Pese a las presuntas buenas noticias y que el origen del problema parece controlado y aislado, nadie en el negocio las tiene todas consigo, después de que en 2004 dos casos de sida que contagiaron a varias personas provocara el cierre automático de la producción de las películas X durante cuatro semanas.
En aquel entonces, un actor que acababa de volver del rodaje de una cinta en Brasil, contagió a tres actrices que trabajaron en la película. Además, un transexual sin conexión con el actor citado, también dio positivo del virus esa semana, desatando una gran tormenta en la industria.
Este nuevo caso ha reabierto el parlamento sobre un tema políticamente incorrecto, aunque dé placer a millones de televidentes en todo el mundo. Los moralistas de turno dicen que es un espanto que haya tanta gente haciendo cochinadas en las casas de una zona residencial e histórica como el Valle de San Fernando, frente a los que aplauden -muchos de ellos concejales de distrito- los enormes ingresos que deja el porno a la zona. Según un documental de la cadena HBO sobre la materia, el 90 por ciento de las películas legales que se hacen y distribuyen en Estados Unidos se producen en esa zona del noroeste de Los Ángeles.
Mientras, desde la clínica donde se hicieron los exámenes a la actriz infectada le restan importancia al asunto, aunque la oficina del Departamento de Salud del condado de Los Angeles ya ha anunciado que abrirá una investigación al respecto.
Jonathan Fielding, máxima autoridad sanitaria del área, ha aprovechado el revuelo para insistir en su campaña en favor del uso de condones durante los rodajes. Está convencido de que si un obrero debe llevar casco cuando trabaja en un andamio a gran altura, los profesionales del sexo deberían apuntarse al carro de la seguridad en el trabajo plantándose una gomita de protección antes de entrar en faena.
Pero de momento nada se para en nombre de la sanidad ni la seguridad en el trabajo. Mañana volverán todos y todas a su trabajo, a darle duro al asunto, como debe ser.
FUENTE: ElMundo
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He ido al médico y me ha dicho que no pasa nada, que puedo seguir viendo porno, que no me voy a contagiar... :)