El éxito es tal que hace meses una productora de Madrid les anunció que quería la serie. Habían visto la impecable factura técnica y los chicos, que están hartos del paro, estuvieron a punto de acceder. "Al final dijimos que no porque no compensaba el trabajo con la remuneración. No te digo el nombre, pero son unos tiburones de tal calaña que querían un buen producto a cambio de poco dinero". Que no. Telecinco, Canal Sur y La 2 les han telefoneado. Tampoco. Ellos quieren colgar en la web hasta el capítulo 10. Los fieles esperan y siguen donando.
"Nunca creíamos que fuera a tener tanto éxito. Y mira", dice al teléfono Sainz, canario de nacimiento y sevillano de adopción, sin dejar de dar caladas a su cigarro. "Qué pasa, Negro", le gritan en Sevilla por la calle. Alucinó la primera vez. Negro es su álter ego en Malviviendo. Un aparcacoches con gorra de Curro, la mascota de la Expo 92. El resto de sus amigos son más gamberros: El Zurdo, el camello que se las sabe todas; El Postilla, un rapado que intenta compaginar dos enfermedades, narcolepsia y cleptomanía; El Kake, un deslenguado en silla de ruedas que ha pasado por el Ejército y por la cárcel...
Con esa fauna urbana y guiños a series como Perdidos o Los Soprano ("nuestros maestros"), han besado el santo. "No te podría decir qué aportamos nuevo", titubea Sainz. Dice que los personajes son antihéroes que existen en todas las ciudades españolas. "En todas hay un barrio como el que nos hemos inventado, el de Los Banderilleros, con gente que se tiene que buscar la vida y delinquir". En esa vida perra ante la cámara, esos bandazos, esas aventuras, se distinguen dardos corrosivos contra el sistema. "Es una crítica camuflada, porque lo que queremos ante todo es entretener", matiza. El optimismo de los protagonistas, sus ocurrencias y la parodia de los tópicos andaluces provocan situaciones que rozan el dadaísmo.
Cosa del absurdo parece lo del dinero. El primer capítulo lo grabaron con 40 euros y material prestado. El boca a boca funcionó y para el segundo tenían ya 120. Por las donaciones de particulares. Ahora disponen de entre 150 y 200 euros. "La mayoría da tres o cuatro euros. ¡Alguno se estira y aporta cien!", sigue sin creérselo Sainz.
FUENTE: ElPais
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