La anécdota dejó de ser tal cuando, 'misteriosamente', la temporada siguiente se quedó sin equipo. Uno de los mejores tiradores de la historia ya no valía para los campeones, ni para una sola de las franquicias de la NBA: nadie lo quiso, y su nombre quedó sepultado. En el concurso de triples de 1993 defendió su título con un chándal blanco, tan incoloro como su futuro.
Evidentemente, Craig Hodges cayó en alguna 'lista negra' -y perdón por el término- de la NBA. Y, tirando de lógica, es evidente que su activismo político fue la clave. Nunca se calló: "Esto es una guerra. La pobreza en las ciudades es infernal, sólo hay que mirar a la calle. Y entonces estamos nosotros ahí... ¿Cuánto dinero ganamos cada noche? ¿Cuántas vidas podríamos cambiar? Por eso, los deportistas tenemos la responsabilidad de hablar", declaraba al 'New York Times' en 1992. Hodges incluso se atrevió a cruzar la línea: criticar a su compañero Michael Jordan por escurrir el bulto y no utilizar su fama para ayudar a los afroamericanos.
Cuando su contrato fue cortado por los Chicago Bulls, los ejecutivos de la franquicia dijeron que se deshacían de él porque estaba demasiado viejo a sus 32 años. Phil Jackson, su entrenador, no estaba de acuerdo: "Me pareció extraño que nadie llamara para preguntarme por él [cuando lo cortaron]. Nunca me había pasado. Vale, no defendía mucho, pero como muchos jugadores de la liga. Y no muchos tiraban como él", dijo. Hodges y su agente llamaron a todos los equipos de la NBA, pero nadie aceptó siquiera hacerle una prueba.
En medio de su ostracismo, Hodges demandó a la NBA por vetarlo y le pidió 40 millones de dólares. Perdió. Intentó sin éxito entrenar en el baloncesto universitario, y no se supo gran cosa de él hasta que en 2005 Phil Jackson le fichó como entrenador de tiro del equipo. El año pasado, Trevor Ariza declaraba que su mejoría en el lanzamiento se debía al trabajo de Hodges. Con los Lakers, el ex jugador recuperaba parte de la gloria que le arrancó la NBA por pensar y hablar.
En la visita a la Casa Blanca de los Lakers, delante del primer presidente negro de la historia de la nación, hubiera sido bellísimo ver a Craig Hodges, quizá vestido con un traje, pisando el suelo que en su día 'manchó' con sus justas reivindicaciones. No pudo ser. Hodges ni siquiera viaja con el equipo fuera de casa y, aunque sigue figurando como técnico de los Lakers, no formó parte de la expedición, en la que estaba hasta el fisio Gary Vitti. No hubo un veto, simplemente no tiene la entidad para ir a tan magna ceremonia. Es un entrenador tan poco relevante que no tenía derecho ni a visitar la Casa Blanca. A nadie le importó.
La NBA le hizo pagar por abrir la boca y salirse del carril. Con su gesto, Hodges no ganó casi nada: ni siquiera una línea en la prensa americana dedicada a su ausencia ante Barack Obama.
FUENTE: Aunque parezca increible, Marca
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