Los espectadores vieron como se desarrollaba la trama con normalidad hasta que llegó el minuto 50. Para ese momento, el Jocker había amenazado a la ciudad con asesinar a una persona cada día si el enmascarado no le era entregado inmediatamente. Para asegurar sus propósitos el villano decide irrumpir en una fiesta de Bruce Wayne, alter ego del héroe, y acabar con la vida del fiscal Harvey Dent. Pero las cosas no salen como él había previsto. Batman descubre sus intenciones y evita el homicidio, aunque ha de dejarle escapar a cambio de salvar a la chica de la que se encuentra enamorado.
Y ahí llega el corte. En la versión original acontecen las mejores escenas de acción de la cinta, con una persecución memorable por las calles de la ciudad. Es decir, que en esta nueva edición, Batman no se plante acceder a las peticiones de los villanos y entregarse para propiciar la paz en la ciudad; tampoco participa en esta decisión el fiscal de la ciudad.
En lugar de eso, los madrileños se encontraron con la dificilmente explicable escena del Jocker en los departamentos policiales frente a un James Gordon que en milésimas de segundo ha pasado de ser capitán a comisario; además, tanto Rachel Dawes como Dent han sido secuestrados.
Es decir, en el minuto 82, aproximadamente de la película. El resto ha quedado en una nebulosa que sólo aquellos que hubiesen visto la cinta con anterioridad pudieron distinguir. Tal vez todo se trate de incontenible impulso creativo de los directores de la cadena, o tal vez sólo fuese una broma más del Jocker.
Texto original sacado de La Corriente Del Manzanares
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