Con un miedo inmenso en el cuerpo nos dirigimos a la inexistente playa de Madrid para acudir a la primera de estas jornadas musicales en el centro de Madrid. Y teníamos muchas razones para tener miedo. La primera de ella es que esto es España, y en España lo que es gratis, tira. Nos esperábamos larguísimas colas para entrar al recinto, temor que finalmente no fue confirmado. La segunda es que era un festival de Mtv, y ya sabemos lo que eso significa. Problemas de sonido, de organización, de infraestructuras... Lamentablemente, en este segundo caso, los temores se confirmaron.
Llegamos a eso de las 4 de la tarde, dos horas antes de que dieran comienzo los actos que comprendían un DJ pinchando música, y una exhibición de Skate y Bmx. Cuando llegamos, todavía estaban terminando de montar la pista de patinaje; no había entradas definidas, ni estaban los horarios publicados. De hecho, apenas había responsables organizadores del evento por la zona, solo de las empresas que en un espacio reservado, hacían publicidad de sus productos. Tras la exhibición, que no era cosa del otro mundo, en torno a las 7.30 paran la música diciendo que el espectáculo dará comienzo en breves. A esa hora, todavía no se había definido ni la zona de entrada, de hecho, ni los propios guardias lo sabían. Finalmente uno parece tomar la iniciativa y coloca unas cuantas vayas en posición. A las 8 abren las puertas y tras cacheos, empieza la primera de las normas estúpidas. No dejan entrar botellas de agua pequeñas, ni siquiera con tapón quitado, pero sin embargo, si permiten la entrada de cámaras réflex. Los guardias de seguridad te cachean a lo policía tocando los bolsillos y las piernas. Sin embargo, ni te miran las mochilas. Un desastre.
Pero finalmente, ya colocados en primerísima fila, empieza el espectáculo.
NOTHINK
Este trío de Majadahonda, Madrid entró como debe en un escenario y evento de estas características. Con humildad, queriendo echarle garra, y asumiendo que era uno de los grupos de rebote ante los otros dos cabezas de cartel. Pero le echaron fuerza al asunto y disiparon las dudas ofreciendo el mejor concierto del día. Canciones directas, con mucha fuerza, en el orden correcto para causar el efecto que querían: Crear la histeria colectiva y un público que se divirtiera. Los pogos llegaron apenas en la primera canción, y se repitieron hasta que finalizaron el concierto. Una especie de foo fighters españoles con muchas ganas y ambición, cuyo cantante Juan Blas aprovecho para hacer un alegato a la música libre para menores (ante los problemas conocidos en las salas madrileñas), acabaron con el público pidiendo un Bis, y coreando su nombre.
NOTA: 7.75
En el pasado Día de la música 2011, en el Matadero de Madrid, había un grupo, Glasvegas. Era el grupo más esperado, pero fue la actuación más decepcionante de largo. El ejemplo se ha vuelto a repetir con TAB, y repitieron los mismos fallos que el cuarteto de Manchester. Los gallegos entraron al concierto subiditos de tono, con su orgullo por los aires, creyéndose las divas del lugar. Apenas dirigieron la palabra al público para una presentación inicial, y escuetos gracias salieron de sus bocas. No presentaron las canciones, no pusieron al público a tono, y lo que debía ser una fiesta de su rock agresivo se convirtió en una actuación muy pesada. Esta actitud se vio sumada a un sonido pésimo, con un acople continuo, guitarras demasiado altas para lo que nos tiene acostumbrado TAB, y micrófonos muy bajos. No se podía disfrutar de la música, pues los acordes de la guitarra se perdían entre la distorsión, tan solo dejando un mínimo de melodía al bajo. Ni siquiera temazos como El fantasma de la transición, o De la Monarquía a la Criptocracia les pudieron salvar. Y al terminar el concierto, ni se despidieron del público, simplemente dejaron sus instrumentos. Ni una púa soltaron.
NOTA: 2.5
El plato gordo del festival (nunca mejor dicho) se aproximaba, y el público lo sabía. La gente se sentó dónde podía para descansar ante el espectáculo avasallante que siempre ofrece su cantante. La banda se presentó y se colocaron por el escenario. La gente que desconocía la apariencia del grupo se quedaba impresionada ante el espectáculo. Iban a un concierto de un Hardcore suavizado, y se les aparecían 5 jóvenes repeinados con polos y cuellos en alto. Pero llegó Abraham, vestido de chándal en contraste a los demás, y empezó el teatro. Apenas 20 segundos desde el comienzo de la primera canción el hombre ya se quitó la ropa. En la segunda se tiró al foso, y durante el resto del concierto estuvo con el público cantando, pasando el micrófono, dentro de los pogos, con gente alrededor de él colgándose de su espalda, haciéndose fotos. La banda ponía (con bastante calidad, como hay que admitir) el sonido al teatro que montaba el cantante. Al principio resultó divertido, finalmente cansaba. Las canciones resultaban entrecortadas, el cantante se quedaba sin respiración (lo cual es normal), y los demás integrantes eran seres inanimados que simplemente tocaban los acordes y hacían los coros. Todo lo apáticos que podían hace para remarcar la presencia del cantante. Con Son the Father llegó el concierto al momento de apogeo, y tras unos pocos acordes el concierto dio por finalizado sin regalarnos un bis (el cuál, la gente pedía). Está claro que el éxito del grupo se basa en la figura del cantante, pero yo creo que si este se controlara, nos darían una gran muestra de cómo el Hardcore punk debería ser.
NOTA: 7
NOTA: 7
Gracias, Sergio42
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