El curso escolar 1980-1981 había finalizado y los alumnos del instituto de A Xunqueira lo celebraban, como era costumbre entonces, bañándose en la fuente de la Alameda. Un grupo de chavales, cuyas edades rondaban los catorce años, extendía sus juegos de adolescencia hasta el entorno de la estatua de Cristóbal Colón, en los jardines que llevan el nombre del Almirante. Algunos de aquellos jóvenes decidieron, entre juegos, arrojar sus ropas y libros mojados contra el monumento. Una mochila escolar, con un peso considerable por estar empapada, batió contra el brazo marmóreo del navegante y la mano se vino al suelo.
Con la intención de deshacerse de las "pruebas" de aquella gamberrada infantil, un chico se apresuró a guardar el trozo de estatua caída dentro de su mochila y todos ellos se dispersaron corriendo en diferentes direcciones. Los autores de la gamberrada se prometieron posteriormente que ninguno de ellos delataría al autor de aquel imprudente atentado contra el patrimonio.
El muchacho que escondió la mano de Colón entre sus libros mojados, se comprometió con sus compañeros de travesura a que nadie daría nunca con la talla, porque él se encargaría de esconderla concienzudamente en algún rincón de su casa, en una parroquia de Pontevedra.
Hoy, 43 años y padre
Aquel chico que contaba trece años cuando realizaba su promesa, supera hoy los 43 años, es padre, y desde hace tiempo piensa en el modo de devolver el fragmento de escultura para que pueda ser restaurada. Hasta ahora no se había decidido. Tampoco sabía cómo hacerlo.
Ante el temor de que se las autoridades puedan exigirle responsabilidades por aquel acto de vandalismo infantil, pensó en abandonar durante la noche el incómodo trozo de escultura, dentro de una caja, a las puertas de alguna Administración pública, "el Concello o la Diputación Provincial", explica, ya que tampoco sabe exactamente quién es el titular del monumento.
Descartó esta idea pensando en que abandonar de esa forma la talla supondría una nueva imprudencia. Otra persona podría llevársela de nuevo, o podría generar una innecesaria alarma de seguridad pública, dado el riesgo que entraña abandonar un paquete anónimo ante un edificio oficial.
Así, finalmente se decidió a entregarla a un medio de comunicación local "riguroso" –apunta–, y para ello eligió FARO. En la delegación pontevedresa del diario decano entregaba ayer la figura quebrada treinta años atrás, explicando que su intención es devolverla a las autoridades locales para que se recomponga el monumento.
La relación entre el "depositario" de este fragmento de escultura y la propia estatua de Colón se ha ido estrechando de algún modo a lo largo de los últimos treinta años. El hombre que ha conservado la talla durante todos estos años se interesó, a partir de que su vida se cruzase accidentalmente con la imagen del Descubridor, por la historia del monumento. Durante las últimas décadas estuvo muy atento a todas las noticias que trataban sobre la escultura. Le producía especial desasosiego leer que los responsables de su restauración trataban de localizar al autor de la imagen, para lograr un molde con el que replicar el original, y no lo conseguían. Como consecuencia, sucesivas reposiciones de la mano de Colón alteraban la imagen inicial de la escultura, mientras que el custodio del fragmento se sentía impotente para revelar la verdadera forma de la talla.
"Le pusieron manos mal hechas, con la palma abierta, con los dedos extendidos, sin el pergamino que porta, ninguna como la primera; y a mí me daba pena pero tampoco podía decirles como estaba tallada la mano auténtica porque me descubriría", explica el "guardián" de la verdadera mano de Colón.
De su seguimiento personal a la historia del monumento, recuerda que los postizos que se le añadieron posteriormente no soportaron el peso de una bandera conmemorativa, o que se caían con una simple lluvia. Apunta incluso que una de las manos posteriores del Almirante tenía los dedos extendidos y "cada semana le iban rompiendo uno, hasta que volvieron a romper la mano entera de nuevo".
El "cuidador" de la talla original asegura que siempre quiso encontrar el modo de devolverla, pero siempre temió las consecuencias. "Me imagino que me harían pagar el destrozo, que no debe ser barato. Y yo no pude nunca ni podría ahora asumir ese coste", explica este hombre, arrepentido de una travesura infantil que durante las últimas tres décadas alteró la imagen de uno de los monumentos más visitados y fotografiados de la ciudad.
FUENTE: Faro De Vigo
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Un arrepentido entrega a periodico la mano original de la estatua de Colón robada hace 30 años
martes, 27 de septiembre de 2011
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9/27/2011 04:00:00 p. m.
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pelopo82
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