Robert Cottingham, de 46 años de edad, se fue de caza de patos con su hijo cerca de un refugio de aves en el extremo norte del Great Salt Lake, cuando su perro Piper se subió al barco y se apoyó en una cargada escopeta Cottingham del calibre 12. que estaba en la proa de la barca.
Por suerte, un señuelo de pato se llevó la peor de la explosión de perdigones, pero 27 bolitas todavía están en la parte baja de la espalda y en los glúteos de Cottingham.
Los médicos le trataron en el lugar del lugar, se recuperará pero no de las bromas, que será el blanco de todas que les harán sus compañeros de caza en los próximos años... XD
FUENTE: Fox13
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