En un vídeo difundido por el periódico digital, Kuvaldin ha relatado que su madre decidió recluirle para protegerle del contacto con el mundo exterior cuando tenía siete años, tras haber aprendido a escribir y a leer en la escuela, previo paso por una guardería.
Tras la muerte de su padre, cuando su madre regresó del funeral contempló cómo unos niños se burlaban de su hijo en plena calle y decidió entonces que su hijo nunca volvería a ser víctima de los abusos de otros niños, por lo que comenzó su encierro, que se prolongó durante 33 años.
El propio Kuvaldin ha explicado que no recuerda demasiadas cosas de su infancia, en la que tuvo tiempo de leer grandes obras de la literatura rusa y a autores como Constantin Stanislavski.
Tras recuperar la libertad, trabajó como repartidor de correo, recibió una modesta pensión por discapacidad y aún mantiene una amplia biblioteca de títulos literarios de la época soviética y una excelente colección de coches de juguete, que siguen siendo una de sus pasiones.
FUENTE: Telecinco
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