Según Ángel Labordeta, dueño de la gallina, "cuando salen por debajo de las alitas y sacan la cabecita, digo "mira, si es que son una fotografía". Ángel los encontró por casualidad debajo de la gallina cuando fue a recoger sus huevos. Su verdadera madre los había abandonado y, desde entonces, Fortunata, que así se llama la gallina, les trata como si fueran sus propios polluelos.
La convivencia, de momento, no es un problema. Solo se separan a la hora del almuerzo; entonces, "mamá gata" toma el relevo. La historia así contada parece rara, pero viéndoles las caras quién puede dudar que ellos, aquí, han encontrado su verdadero hogar.
FUENTE: ABC
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