La fotógrafa Hana Jakrlova creó este provocador ensayo sobre un “internet sex club” en Praga en el que nos invita a reflexionar sobre una sociedad donde todo tiene más valor si se comparte en línea –paradójicamente la virtualidad le inyecta una dosis de realidad a lo “real”. En el “Big Sister”, un ahora extinto burdel en Praga, se difuminaba la línea entre clientes y prostitutas: el sexo era gratis siempre y cuando se aceptara ser filmado y aparecer en un sitio de internet en tiempo real. Los visitantes del sitio pagaban por ver y en cierta forma prostituían a los clientes, que tenían sexo gratis, pero generaban dinero para la casa.
Jakrlova en su libro, del mismo nombre que el burdel, dice que este sui generis establecimiento es un síntoma extremo de nuestra época, donde “para que algo sea real y excitante debe de tenerse en línea”. Como si fueramos adictos a una sensación de potencia de multitud y, dentro de nuestra alienación, a un deseo de exhibición. O tal vez sea porque, como ocurría hace algunos años con la televisión, pensamos que si algo no pasa en la Red, en realidad no pasó y se desvanece en nuestra memoria (la cual no podemos compartir directamente como un archivo en línea). La realidad, nos han enseñado, es un fenómeno colectivo, un estado consensual, incluso un concilio que decide sobre qué y cómo percibimos.
Por otro lado, Jakrlova resalta el reto que fue penetrar este establecimiento desde una mirada femenina. Aunque la prostitución es legal en la República Checa y en su caso siempre observó actos consensuados, no deja de haber una sensación de explotación en este comercio sexual digital. Por momentos sentía, relata, el deseo de actuar (no sexualmente) sino de forma que impidiera la continuación de un proceso deshumanizador.
Otra de los elementos llamativos de este sofisticado burdel es que por todos lados figuran las cámaras: se convierten en parte de la escenografía y en estimulantes eróticos del voyeurismo compartido.
FUENTE: Pijmasurf
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