Uno de los más renombrados defensores de esta peligrosa práctica, Mack Wolford, falleció el pasado domingo tras recibir el mordisco de una víbora venenosa durante una ceremonia al aire libre. Wolford, de 44 años, no escarmentó en carne ajena el destino de su padre, también predicador pentecostal, que falleció en 1983 cuando ponía a prueba las palabras de San Marcos:
“Y estas señales seguirán a los que creen:
En mi nombre echarán fuera demonios;
Hablarán nuevas lenguas;
Serpientes y venenos mortíferos no les harán daño”
Marcos, 16: 17-18
En mi nombre echarán fuera demonios;
Hablarán nuevas lenguas;
Serpientes y venenos mortíferos no les harán daño”
Marcos, 16: 17-18
El pastor llevaba cuatro días tentando la suerte en una Reserva Natural en el estado de West Virginia, donde esta práctica aún es legal. “Espero el gran momento este domingo”, escribía Wolford en su página de Facebook. Y el “gran momento” llegó, pero en forma de picadura moral: 30 minutos después de comenzar el servicio religioso, el pastor entregó una víbora venenosa amarilla a su madre y se tumbó en el suelo, junto al reptil, que le arreó un mordisco en el muslo.
El servicio quedó interrumpido y los feligreses llevaron al pastor al domicilio de un familiar, donde esperaban que se recuperara del mordisco, como ha sucedido en otras ocasiones. Pero esta vez la espera se hizo más larga de lo habitual y lo siguiente que vieron los seguidores de Wolford era la petición en Facebook de una oración por el alma de su líder.
Según testigos presenciales, la muerte de Wolford fue un calco de la de su padre, acaecida hace casi 30 años, cuando Wolfor Sr. contaba 39 años de edad. Que Dios los guarde en su seno.
FUENTE: República de Blogs
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