A mediados de los ochenta, Wayne Pearson, entonces un adolescente de Calgary, chateaba con su amigo Sprout por Viewline, un sistema de charlas por teleconferencia que anticipaba lo que serían los foros de internet años después. Al parecer Sprout hizo un chiste especialmente gracioso y Pearson quiso expresar que se estaba carcajeando, así que escribió LOL: Laughing Out Loud o riendo en voz alta. Unos 25 años después las siglas universales de la risa forman parte del Diccionario Oxford desde 2011 (para disgusto de muchos) y se han convertido en un sinónimo de humor tonto internetero: de ahí los LOLcats, los gatos de la risa.
Su popularidad se extendió por el resto de Norteamérica, siempre según Pearson, cuando algunos de esos adolescentes canadienses se integraron en otro sistema de chats llamado GEnie, auspiciado por General Electric, con muchos más usuarios. “Enseguida lo adoptaron. Yo siempre enfatizaba, y aún lo hago, que LOL debía utilizarse sólo si realmente reías en voz alta…una sonrisa o una mueca no bastaban. Pero la gente de Genie empezó pronto a mutarlo. Ellos inventaron ROFL (Rolling On the Floor Laughing o “revolcándome por el suelo de la risa”), explicó Pearson. En esa adaptación, claro, se perdía la literalidad. Nadie espera que alguien que escriba “ROFL” esté realmente dando vueltas por la moqueta. El creador de LOL, por cierto, no recuerda cuál fue el chiste de su amigo que le hizo tanta gracia y lamenta no haber conservado la prueba en alguna parte.
“Para bien o para mal, LOL forma parte de nuestro léxico”, justificó Graeme Diamond, el lingüista a cargo del comité que decide qué palabras entran o no al Diccionario Oxford. Alguien debería habérselo comunicado al primer ministro británico, David Cameron, que se vio obligado a explicar (quedando consecuentemente fatal) a la Comisión Leveson que firmaba sus SMS a Rebecka Brooks con un LOL pensando que significaba “Lots of Love”.
En la comunicación informal escrita en castellano, sigue siendo más habitual “jaja” (a más sílabas, más risa), aunque LOL y otras variantes reapropiadas para el español como re-LOL vivieron un cierto auge a mediados de la década pasada, en plataformas como Fotolog. Auge auspiciado en parte por los muchos usuarios argentinos de aquella sencilla red de blogs y que más tarde adoptarían algunos de los usuarios más jóvenes en España.
Según un reportaje que la BBC dedicó al neologismo el año pasado, con motivo de su inclusión en el Diccionario, LOL se extendió a medida que lo hacía el correo electrónico en los noventa, después se convirtió en algo un poco pasado de moda, hasta que en la presente década se retomó con un uso irónico. Tim Hwang, el fundador del festival ROLFCon, dedicado a los hallazgos más extravagantes de Internet, declaraba en esa pieza que “la magia de LOL reside en que es a la vez inclusivo y exclusivo. En sencillo de entender pero también puede añadir algo más sutil”.
El linüista Allan Metcalf, autor de un libro titulado (en inglés) 'Predecir nuevas palabras: el secreto de su éxito', ha desarrollado una escala medir qué neologismos y siglas acaban arraigando en inglés y, por contagio, en otras lenguas. Su sistema comprende cinco categoías: frecuencia de uso, capacidad de no obstruir el lenguaje, diversidad de usuarios, duración del concepto que describe y capacidad para generar otros neologismos. En este último punto (y prácticamente en todos los anteriores), LOL obtiene la máxima puntuación, ya que de su raíz han surgido variantes como “lolz” (el plural) o “lulz”, el gemelo maléfico de LOL, ya que se utiliza en algunos foros como respuesta a una broma pesada que se gasta a alguien.
Según un artículo del New York Times sobre trolling en Internet, “lulz es el arte de interrumpir el equilibio emocional de alguien”. “lqtm” (“laughing quietly to myself” o “riéndome para mis adentros”) sería una de sus varias respuestas irónicas, como “lawl”, todas ellas empleadas sólo por usuarios que presumiblemente han pasado una alarmante porción de sus vidas en chats y similares. Ninguna de ellas tiene el potencial universal de LOL, que fue en 2009 el título de una taquillera película francesa. Miley Cyrus y Demi Moore protagonizaron el remake estadounidense que se estrenó en enero pasado sin pena ni gloria taquillera. El título, claro, no hizo falta traducirlo.
FUENTE: El Pais
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