David Hoogland es un australiano que no lleva tatuajes, no pertenece a ninguna banda de rock y que se considera un tipo tranquilo. Sólo tiene un signo de identidad del que se siente orgulloso: un mega-mullet que hace 10 años no se corta y que ya le llega por debajo de los omóplatos.
Un mullet divino que cuida con tesón y mascarilla; y por el que fue expulsado de un bar de copas de Perth, cuando los porteros le indicaron la dirección de la salida por motivos estrictamente capilares. David había estado bebiendo con su novia Sarah Sorgiovanni y unos amigos en la azotea de este bar de moda, cuando se le acercaron los vigilantes y le pidieron que se fuera.
Cuando preguntó por qué tenía que irse, le dijeron que era por el pelo. El vilipendiado afirma que su pelo nunca había sido un problema antes, así que ha presentado una queja en el ayuntamiento de su ciudad.
Sin embargo, el consistorio se lava las manos diciendo que los locales tienen libertad para fijar los códigos de vestimenta y denegar la entrada a los clientes, pero no pueden discriminar por motivos de sexo, raza o religión. Y como el pelo no entra en ninguno de esos aspectos, ellos no pueden hacer nada.
Lo que sí podía haber hecho David es decir que era mujer, mohicano o mormón, para acogerse a alguna de las tres enmiendas salvadoras; pero decidió irse con sus pelos y su dinero a otra parte.
FUENTE: La Información
Fuente: Strambotic, Pelopo, hazme el favor.