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¡Leonardo Dantés a Eurovisión!

miércoles, 24 de diciembre de 2008 en 12/24/2008 01:59:00 a. m.
Pasará a la historia de la tele este comatoso 2008 como el año en que la pifió en la inmoral Eurovisión un actorazo del método Stanislavski cuyo personaje, un cantautor retardado y conosúrico, atendía al pomposo nombre de Rodolfo Chikilicuatre. Legión fueron los ignorantes que vieron en aquella jugada genial, a la medida de un festival cutre y salchichero en el que el amiguismo alcanza cotas bochornosas, una especie de afrenta a lo musical. Empezando por Uribarri y siguiendo por Massiel o Raffaella. No se enteraron ni de la mitad.

RTVE rompe la baraja y monta una nueva timba a salvo de aguafiestas y espontáneos 'freaks'. Casi mil candidatos se presentan vía MySpace para superar, en la nueva edición que viene, al inventor del Chiki-Chiki. Toca ir de serios. Soraya, ex 'OT' y rubia de bote, se apunta la primera. Cuenta con todas las papeletas para acabar en Rusia. Objetivo: dignificar España. Pero Soraya y su 'chunda chunda' no están solos. Tontxu, cantautor de espeso guitarreo, también se sube al carro. Les siguen Melody, Un pingüino en mi ascensor y Leonardo Dantés. Se suman Sonia Monroy y Malena Gracia. Ahí es nada.

Seamos serios, aunque sea por segunda vez en nuestras vidas. Mandemos, con libertad absoluta para que se cante lo que quiera y en el idioma que quiera, a Leonardo Dantés. Que deje impresionados a los eurovisivos con una versión 'hardcore' de su baile del pañuelo. Que coja el testigo del Chikilicuatre y lleve hasta lo más alto de Europa todo el ridículo que es capaz de hacer, puesto a ello, un español. Perder, lo que se dice perder, vamos a perder igual. ¿Es que no dejaron claro en la pasada edición que la mayor parte de esos países impronunciables sólo se votan entre ellos? Vamos a fracasar enviemos a Tontxu, a Soraya o a Dantés. La diferencia está en que hay dos formas de perder. Una: con una sonrisa en la cara. Dos: con lágrimas en los ojos. No dejéis que elijan por vosotros.

Visto ahora, con la claridad propia que da la distancia y ante la amenaza de lo que se nos echará encima, empieza uno a añorar el desparpajo del Chiki-Chiki, su falta de solemnidad, aquel 'tsunami' que arrasó la estricta moral de esos pobres biempensantes. Nos reímos, mucho, y quizá lo hicimos por no llorar, pero es que resulta difícil tomarse en serio una Eurovisión que no ha dejado de ningunearnos a lo largo de toda su historia. Que les den...

FUENTE: ElMundo
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