Por un lado, el pelo de los ratones se volvió 10 veces más fuerte, sedoso y más brillante que aquellos que no habían estado comiendo yogur.
El segundo efecto colateral fue todavía más llamativo. Los ratones comenzaron a andar de forma extraña y ‘arrogante’, según los investigadores, y además los testículos les crecieron un 5% en comparación con los ratones que no comieron yogur y un 15% en comparación con otro grupo de ratones a los cuáles se alimentó con una dieta basada en ‘comida basura’.
Según los científicos que llevaron a cabo el estudio la explicación está en la acción de los microbios probióticos que se encuentran de forma natural en yogures y otros productos lácteos.
FUENTE: Tec.Nología
Gracias, Salva Portillo
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