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Demasiada música es mala para tu cultura

miércoles, 12 de diciembre de 2007 en 12/12/2007 02:02:00 p. m.
actualmente el público tiene acceso a más música de la que puede asimilar. Estamos saturados de nuevas bandas, información sobre ellas y, sobre todo, de canciones de todos los estilos. Ahora mismo el dilema no está en tener tal o cual álbum, está en saber diferenciar el grano de la paja. Y en verdad hay muchísima paja.

Internet ha sido el gran invento para esta democratización musical. Cualquier banda de cualquier punto del planeta puede colgar en la red de redes sus temas y al instante alguien al otro lado del mundo puede escucharlos e incluso opinar sobre ellos.

Hasta mediados de la década de los noventa esto ni siquiera nos podía pasar por la cabeza. Para saber cómo sonaba un grupo que no fuera popular y no sonara en las pocas emisoras de radio existentes tenías que acudir a las tiendas especializadas y rezar para que tuvieran su disco. ¿Increíble, no?

Y ya no digo saber la pinta que tenían los músicos o saber un poco más sobre ellos. Si hoy la música en directo está ausente de las cadenas generalistas, no así de las cadenas especializadas, antaño te podías dar con un canto en los dientes si podías cazar una pequeña actuación de Ramones, Depeche Mode o The Damned en soberbios programas como Musical Express, realizado desde Barcelona por el erudito Ángel Casas.

Ahora, cualquiera puede ver en YouTube videoclips o actuaciones que acaban de tener lugar en Moscú o Japón, descargar un nuevo tema de una banda del sitio oficial de MySpace, o acceder vía legal o no a la música de tus artistas favoritos.

¿Se tiene ahora conciencia de que la música es cultura o de que es un material desechable? Más bien lo segundo. La música sirve ahora para satisfacer un deseo instantáneo y una vez escuchada se borra el mp3 y santas pascuas.

El ritual de comprar un vinilo, ese artilugio que los más jóvenes no saben ni cómo se llama, colocarlo en el plato giradiscos, limpiarlo con una gamuza y un líquido antiestático, y bajar la aguja y deleitarse con la música sentado en un sofa tranquilamente ya es cosa de chiflados abueletes.

El concepto álbum ha desaparecido y ha sido sustituido por el de canción, aunque algunas veces casi es mejor porque de un disco solamente merece la pena el single de lanzamiento. ¿Hacia dónde camina todo esto? El tiempo nos lo dirá.

FUENTE: HiperSónica
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