
El alejamiento de Carrillo a mediados de los sesenta resultó clave para propiciar la transición democrática española. Entre la ruptura y la reforma, Carrillo convenció a los comunistas de abrazar la reforma, votar la Constitución con Monarquía incluida y preconizar la reconciliación.
Las urnas no reconocieron este esfuerzo moderador de Carrillo, y en las elecciones de 1979 situaron al PSOE como primer partido de la izquierda y Felipe González como el líder de una generación que no había vivido la guerra y que quería mirar hacia delante. El éxito de Felipe González en 1982 truncó la carrera política de Carrillo, que al poco terminó fuera de su partido de toda la vida, dirigido por Gerardo Iglesias.
FUENTE: El Diario
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