En las fotos de la mejor época de Radio Futura —la justamente anterior a la publicación de su espléndido segundo disco, "La ley del desierto, la ley del mar"—, Enrique Sierra luce un peinado imposible y una característica chaqueta militar. En una banda que lo tenía todo en aquel momento —personalidad, canciones, actitud, riesgo…—, Sierra contribuía a forjar una seductora imagen de grupo moderno y diferente, pero, sobre todo, aportaba unas guitarras absolutamente decisivas en la consolidación del sonido de la que fue una de las formaciones esenciales del rock español de los ochenta.
No resulta fácil brillar al lado de un tipo de tan poderoso magnetismo como Santiago Auserón, pero el tímido pero fino y versátil guitarrista que era Sierra lograba atraer buena parte de la atención hacia su peculiar estilo, su sólida presencia sobre las tablas del escenario.
Nacido en Madrid en 1957, Sierra fue un pionero del renacimiento musical de la España de los últimos años setenta. Cuando aún no tenía veinte años formó Kaka de Luxe, junto a personajes clave en el desarrollo del pop español de las tres últimas décadas, como Olvido Gara (Alaska), Fernando Márquez («El Zurdo») o Carlos Berlanga.
De la precariedad del punk primerizo, espontáneo y elemental de Kaka de Luxe, Sierra pasó a prestar sus servicios en una banda mucho más sofisticada, Radio Futura. Si su primer disco era un —fantástico— disco típicamente nuevaolero, a partir del segundo, su guitarra contribuyó decisivamente a definir la personalidad de una banda que fue creciendo a pasos agigantados, y que firmó piezas tan inmarcesibles como "La estatua del jardín botánico", "37 grados", "La negra flor" o, especialmente, el que fue su mayor éxito, "Escuela de calor".
Tras la separación de Radio Futura, Sierra trabajó como ingeniero de sonido, editó discos en solitario y formó una banda de rock experimental electrónico llamada Klub.
FUENTE: ABC
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